Así Aladino aprendió que los
deseos por mas inalcanzables o descabellados que parezcan hay que animarse a intentarlos, arriesgarse a la aventura de dar el primer paso. Y una vez que damos
ese primer paso, y aunque la lucha resulte despareja, siempre hay que seguir
adelante. No hay que rendirse, como Aladino, cuyo sueño de casarse con la
princesa y ser príncipe era un sueño imposible, sin embargo, cuando la llevó a
ver el mágico mundo en su alfombra mágica, supo que había hecho bien en dejarse guiar por
sus deseos. Porque
los deseos muchas veces son buenos guías, nos muestran el lugar hacia donde
partir. Como así también, a veces los deseos nos
muestran el lugar al que hay que volver. Y como Aladino, cuando volvió al
palacio, aprendió que a veces el secreto no es
vivir deseando lo que no se tiene, sino querer lo que se tiene. Y una cosa hay que aprender: nuestros deseos no siempre van a cumplirse
ya, aquí y ahora. Es parte de la vida aceptar que nuestros deseos no siempre
son órdenes para un genio bueno. A veces otros deseos ajenos son los que
ordenan nuestra vida, pero lo que nos enseña la historia de Aladino es que el
genio que si puede escucharnos siempre no está en ninguna lámpara maravillosa,
sino dentro de nosotros mismos. Dentro nuestro hay un genio poderoso que puede
cumplir nuestros sueños. Ese genio espera nuestras órdenes y quiere cumplir nuestros deseos
0 éxtasis, lsd y cocaína.:
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